OFICIO DE LECTURAS

8 de FEBRERO 

SAN JERÓNIMO EMILIANI 

FUNDADOR DE LA CONGREGACIÓN 

Solemnidad 

OFICIO DE LECTURAS

Inicio

Si el Oficio de Lecturas es la primera oración del día se reza el Invitatorio:

V/. Señor, ábreme los labios.

R/. Y mi boca proclamará tu alabanza.




Ant. Alabemos a nuestro Dios en la solemnidad (o: en la conmemoraciónde San Jerónimo.




O bien:

Venid, adoremos al Señor, Padre de los huérfanos.



Salmo 94


Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.



Se repite la antífona


Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Se repite la antífona

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Se repite la antífona

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."

Se repite la antífona

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Se repite la antífona



Si no:

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.

R/. -Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya


HIMNO 

Entonemos un canto gozoso
a quien Dios quiso Padre de huérfanos,
a quien quiso servidor de pobres
y su gloria en sus obras mostró.

La mismísima Madre celeste,
refulgente de sin par belleza,
lo libró de opresoras cadenas
y apartó del camino del mal.

Desde entonces, dejándolo todo,
se entregó sin reservas a Cristo:
recogía a los niños sin padre
para hacerles de padre después.

Y ahora, que goza en el cielo,
multiplica en la tierra sus gracias:
quien lo invoca con fe o bebe el agua
de la fuente, recobra la paz.

A ti, oh Dios, Uno y Trino, den gloria
nuestras voces unidas cantando
en honor del Miani. Y por siempre,
algún día, se unan a él. Amén.


SALMODIA 

Ant. 1. Con ayunos humillaba mi cuerpo: y en mi interior iba actuando la oración.

Salmo 20, 2-8,14 

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1. Con ayunos humillaba mi cuerpo: y en mi interior iba actuando la oración.


Ant. 2. La compasión fue creciendo a mi lado desde la niñez, y me ha acompañado desde el vientre de mi madre.

Salmo 91 - I

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2. La compasión fue creciendo a mi lado desde la niñez, y me ha acompañado desde el vientre de mi madre.


Ant. 3. He sacado de mi casa lo que era sagrado y lo he dado el huérfano y a la viuda.

 II

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3. He sacado de mi casa lo que era sagrado y lo he dado el huérfano y a la viuda.



RESPONSORIO BREVE

V/. En ti se abandona el pobre.

R/. Tú eres protector del huérfano.


PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios                                                 1, 18 –2, 5

Hermanos: El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero para los que están en vía de salvación -para nosotros- es fuerza de Dios. Dice la Escritura: “Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces”.
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el sofista de nuestros tiempos?

¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo?
Y como, en la sabiduría de Dios, el mundo no lo conoció por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los creyentes. Porque los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados -judíos o griegos- un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios, Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Y si no, fijaos en vuestra asamblea: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha
escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie puede gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.
Y así -como dice la Escritura- “el que se gloríe, que se gloríe en el Señor.”
Por eso yo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.



RESPONSORIO                                                                                       Cfr. Col 1, 12-13; 2,3; Ef 2,5

R/. Damos gracias a Dios Padre, que nos ha trasladado al reino de su Hijo querido

* en quien están encerrados todos los tesoros del saber y del conocer.

V/. Estando nosotros muertos por los pecados nos vivificó juntamente con Cristo

* en quien están encerrados todos los tesoros del saber y del conocer.




SEGUNDA LECTURA

De las cartas de san Jerónimo a sus hermanos de religión.

Venecia, 21 de junio de 1535.

Sólo en el Señor debemos confiar

Hermanos dilectísimos en Cristo e hijos de la Sociedad de los Siervos de los Pobres: Os saluda vuestro humilde padre, y os exhorta a que perseveréis en el amor de Cristo y en la fiel observancia de la ley cristiana, tal como os lo demostré de palabra y obra cuando estaba con vosotros, a fin de que el Señor sea glorificado por mí en vosotros.
Nuestro fin es el Señor, fuente de todo bien, y, como decimos en nuestra oración, sólo en él debemos confiar y no en otros. Nuestro Señor, que es benigno, queriendo aumentar vuestra fe (sin la cual, como dice el Evangelio, Cristo no pudo hacer muchos milagros) y escuchar vuestra oración, determinó que vivierais pobres, enfermos, afligidos, cansados y abandonados de todos, y que os vieseis incluso privados de mi presencia corporal, aunque no de la presencia espiritual de este vuestro pobre padre, que tanto os ama.
Sólo Dios sabe por qué obra así con vosotros; pero podemos sospechar tres razones:
La primera, que nuestro Señor os quiere contar entre sus hijos queridos, con tal que perseveréis en sus caminos; esto es lo que suele hacer con sus amigos para santificarlos.
La otra razón es que pretende haceros confiar exclusivamente en él. Dios, como os he dicho, no realiza sus obras en aquellos que se resisten a depositar en él totalmente su fe y su esperanza; en cambio, infunde la plenitud de su caridad en aquellos que están llenos de fe y esperanza, y realiza grandes obras en ellos. Por eso, si tenéis auténtica fe y esperanza, hará con vosotros grandes cosas él, que exalta a los humildes. Al hacer que me haya alejado de vosotros, y al alejar también a cualquier otro que goce de vuestro favor, Dios os da a elegir entre dos cosas: apartaros de la fe, volviendo a las cosas del mundo, o permanecer fuertes en la fe, y obtener así su aprobación.
He aquí, pues la tercera razón: Dios quiere probaros como al oro en el crisol. El fuego va consumiendo la ganga del oro, pero el oro bueno permanece y aumenta su valor. De igual modo se comporta Dios con su siervo bueno que espera y persevera en la tribulación. El Señor lo levanta y le devuelve, ya en este mundo, el ciento por uno de todo lo que dejó por amor suyo, y después le da la vida eterna.
Así es como se porta Dios con todos sus santos. Así hizo con el pueblo de Israel después de que pasó tantas tribulaciones en Egipto: lo condujo por el desierto entre prodigios, lo alimentó con el maná y sobre todo le dio la tierra prometida. Si vosotros perseveráis constantes en la fe en medio de las tentaciones, Dios os dará paz y descanso temporal en este mundo, y sosiego imperecedero en el otro.



RESPONSORIO                                                                                               1P 3, 8-9; Rm 12, 10-11

R/. Procurad todos tener un mismo pensar y un mismo sentir: con afecto fraternal, con ternura, con humildad

* Porque para esto habéis sido llamados: para heredar una bendición.

V/. Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo. En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. 

* Porque para esto para esto habéis sido llamados: para heredar una bendición.



HIMNO: TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.

Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios de los ejércitos.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.

A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.

A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, defensor.

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen.

Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el Reino de los Cielos.
Tú sentado a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.

Creemos que un día has de venir como juez.

Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.



Oración

Señor, Dios de las misericordias, que hiciste a San Jerónimo Emiliani padre y protector de los huérfanos, concédenos, por su intercesión, la gracia de permanecer siempre fieles al espíritu de adopción que nos hace verdaderamente hijos tuyos. 

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.



Conclusión

Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:


(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)


V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.


Si el que preside es un ministro ordenado, utiliza la siguiente fórmula final:


V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.


V/. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo, 
      descienda sobre vosotros.
R/. Amén.



Si se despide a la asamblea se añade:




V/. Podéis ir en paz.

R/. Demos gracias a Dios.




JACULATORIAS

V/. Dulcísimo Jesús,
R/. no seas mi Juez sino mi Salvador.


V/. María, Madre de los Huérfanos.
R/. Ruega por nosotros y por todos los huérfanos del mundo.


V/. San Jerónimo Emiliani.
R/. Ruega por nosotros y por todos los huérfanos del mundo.

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